30 de abril de 2014

Ya quedó atrás la ciudad más linda, me corren (más que nunca) por las venas cada calle de mi barrio, el amor de mis viejos, los ojos de mi sobrina, cada uno de mis hermanos, mi gran compañero, la murga que me parió, mi belgrano querido. Gracias a todos los que fueron parte de este empujoncito, a las buenas vibras recibidas, a las sonrisas encomendadas. Gracias a los que me hicieron creer que es posible, que el mar abraza en la ausencia, a las palabras (siempre a las palabras) que me acompañan en la elección del camino. Pido disculpas a las personas que quizás no pudieron comprender a tiempo la urgencia para mi alma que significaba este viaje, ojalá el reencuentro sea más sanador en los abrazos. Hoy, en la provincia del vino, siento la libertad en el viento frío y en el verdeamarillo de los árboles. Aunque haya distancia, hay amor (mucho amor) en los huesos. Estoy bien, estoy en camino.